Clara Merino era bastante mística en su infancia. Incluso, había pensado ser monja. De una familia católica y educada en un colegio de monjas , Clara no se había cuestionado nunca los temas de género. Aunque su padre era ateo y les explicaba sus razones para no creer en Dios, ella siempre tuvo una fe muy fuerte. A los 13 años comenzó con la militancia socialista, a través de un trabajo con los sectores campesinos. “Tuve la necesidad de ver otras formas de entender el mundo, por lo que empecé a militar en un grupo marxista. Mi éxtasis era trabajar con los campesinos y dejé la religión”.
 
Se dedicó varios años a la formación socialista en los sectores obreros y dentro de ese trabajo fue cuestionando los temas de género. “Esto me hizo ver lo que pasaba al interior de los movimientos  sociales con las mujeres. Aparte de todas las desigualdades estructurales, me preguntaba por qué la desigualdad con la mujeres”.
 
Después vino el colectivo Luna Creciente, un movimiento dedicado a incluir a los sectores populares en las discusiones feministas y constituirse como un colectivo político. Durante su militancia en Luna Creciente, Clara tuvo tres matrimonios y tres hijos quienes crecieron con la experiencia de la militancia social. “Yo no sé si sea lo mejor el que hayan crecido dentro de mi militancia, a la final eran niños.” Clara no era la única de la familia que tenía un compromiso con las causas sociales. Su hermano Ricardo Merino fue asesinado durante el gobierno de León Febres Cordero por su militancia socialista. “Mis hijos vivieron esa situación y crecieron con ese sentimiento de rabia e impotencia por la impunidad”. No obstante, ahora los tres están involucrados en “Luna Creciente”.
 
Para Clara la situación actual está en un momento de quiebre. “No se puede decir que los movimientos de mujeres sean fuertes, pero está puesto, al menos sobre el tapete, la lucha de las mujeres”.

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